Los mandamientos son parte de una relación, aquella de la Alianza entre Dios y su Pueblo. La Sagrada Escritura los llama también «las diez Palabras». ¿Qué diferencia hay entre un mandamiento y una palabra?

El mandamiento es un precepto, una orden. En cambio, la palabra es el medio esencial de la relación como diálogo fundamentado en el amor. Dos personas que no se aman, no logran comunicar. Sin embargo, cuando alguien habla a nuestro corazón, termina nuestra soledad y comienza una comunicación que da vida.

 

Así, desde el principio, el Tentador, quiso engañar al hombre y a la mujer, haciéndoles creer que Dios no los amaba y que era un déspota que les imponía leyes y normas para someterlos.

 

Lo mismo quiere hacernos creer también hoy a nosotros. Pero sabemos que Dios es un padre, que nos quiere y sale a nuestro encuentro.

 

Con los mandamientos, que contienen sus palabras, Él nos cuida y protege de  la autodestrucción, porque somos sus hijos, no sus súbditos. Vivir como cristianos es pasar de la mentalidad de esclavos a la mentalidad de hijos 

 

(Papa Francisco, Catequesis 20 de junio de2018 )

Sal 18,8.9.10.15

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La ley del Señor es perfecta

y es descanso del alma;

el precepto del Señor es fiel

e instruye al ignorante. 

Los mandatos del Señor son rectos

y alegran el corazón;

la norma del Señor es límpida

y da luz a los ojos. 

La voluntad del Señor es pura

y eternamente estable;

los mandamientos del Señor son verdaderos

y enteramente justos. 

 

Salmo 119, 17-24

Que te agraden las palabras de mi boca,

y llegue a tu presencia

el meditar de mi corazón,

Señor, roca mía, redentor mío. 

Favorece a tu siervo, 

para que viva y guarde tu palabra. 

Abre mis ojos, para que vea 

as maravillas de tu ley. 

Peregrino soy en la tierra, 

no escondas de mí tus mandamientos. 

Quebrantada está mi alma anhelando 

 tus ordenanzas en todo tiempo. 

Tú reprendes a los soberbios, los malditos, 

que se desvían de tus mandamientos. 

Quita de mí el oprobio y el desprecio, 

porque yo guardo tus testimonios. 

Aunque los príncipes se sienten y hablen contra mí, 

tu siervo medita en tus estatutos. 

también tus testimonios son mi deleite; 

ellos son mis consejeros.

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